martes, 27 de diciembre de 2011

El año del décimo doctor

Preparando una lista de las mejores películas del año para el blog de Carlos Escolano me ha vuelto a quedar claro lo artificial que es separar el cine y la televisión. Citaba allí los casos de "Los misterios de Lisboa" y "Carlos", dos trabajos televisivos con estreno (con un montaje diferente) en salas de cine, pero aún sin ejemplos tan evidentes, tengo la convicción de que hoy en día no resulta productivo, si alguna vez lo fue, tratar cine y televisión como formas artísticas diferentes. Por supuesto, tanto en la concepción, como en la realización y el consumo, una serie norteamericana de 5 temporadas de 22 episodios es diferente de una película europea independiente, pero las diferencias son del mismo tipo que las que separan a esa misma película europea de un blockbuster veraniego o de una película de serie B de los años 50; nadie discute, por cambiar de ámbito, que un comic-book de Stan Lee y Jack Kirby o una historieta de Vázquez comparten una misma forma artística general que una novela gráfica autobiográfica de Charles Brown, a pesar de las diferencias. But I digress…

A lo que iba, es decir, a listar brevemente la mejor televisión que he visto este año (sí, me doy cuenta de que es algo paradójico que después del primer párrafo, la conclusión sea dos post diferentes, uno para cine y otro para televisión). Es sintomático, y creo que bastante generalizado, que mi relación con NINGUNA de las obras que cito a continuación se haya producido a través de la emisión en una cadena televisiva, sino mediante la edición en DVD y otros medios de legalidad más cuestionable.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Zánganos en Verdún

Si las magnas "Encyclopedia of Fantasy" y "Encyclopedia of Science Fiction" dirigidas por John Clute contienen entradas sobre P.G. Wodehouse se debe a un par de obras menores de temática fantástica, pero no resulta descabellado (ni especialmente original) argüir que toda la obra del humorista británico pertenece al género de la ucronía, y que su Inglaterra de mansiones de campo, concursos de engorde de cerdos, aristócratas distraídos, tías amedrentadoras, mayordomos pluscuamperfectos, jóvenes zangolotinos en perpetua necesidad de unas pocas libras para apostar en las carreras, ladrones de joyas y starlets de Hollywood es una creación imaginativa de especie similar a la Tierra Media de Tolkien o el Westeros de George R.R. Martin. Aunque su autor afirmaba que su obra recordaba el mundo edwardiano de su juventud, podemos estar razonablemente seguros de que ese mundo jamás existió nunca fuera de las páginas de su extensa obra.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Películas de pesadilla

Allá por los años 90, el principal aliciente de Internet para mí, tan inútil para ligar online como en la modalidad presencial, era localizar relatos de fantasía y ciencia ficción disponibles (en inglés) legal y gratuitamente. Algunos de los cuentos que encontré de esta forma reavivaron mi interés juvenil por el género que tenía por entonces un tanto abandonado, y me permitieron descubrir a escritores entonces nuevos para mí como Greg Egan, Howard Waldrop y Kim Newman. Las dos primeras historias de Newman que leí (todavía disponibles en el mismo lugar en el que las encontré  hace más de 13 años) ponían de manifiesto, aún sin conocer la información biográfica que las acompañaba, que su autor era algo más que un simple aficionado al cine: "Coppola's Drácula" trasladaba las peripecias del rodaje de "Apocalipsis Now" al universo vampírico creado por el autor en "Anno Drácula", mientras que "The Pierce Arrow Stalled…" especulaba con una historia paralela del cine en el que el punto de divergencia con nuestra realidad era la no ocurrencia del famoso incidente que hizo caer en desgracia a Fatty Arbuckle y que, Newman postula, propició la entrada en vigor del famoso código Hays de autocensura en Hollywood (la consecuencia en el relato es que el contenido sexual de las películas se elevaba a límites impensados: el slogan de promoción de "Ninotchka" pasaba de ser "¡Garbo ríe!" a "¡Garbo folla!").

En España Newman ha sido publicado únicamente (creo) en esta faceta de escritor de ficción, a través de las dos primeras novelas del mencionado ciclo vampírico ("El año de Drácula" y "El sanguinario barón rojo") y de unas novelas incluidas en la franquicia Warhammer y firmadas con el pseudónimo de Jack Yeovil. Su ficción inédita en castellano incluye otros títulos en los que a su conocido interés por la historia alternativa y la literatura de género se une la pasión por el cine, en particular el fantástico y terrorífico: "Famous Monsters", el ciclo "Where the Bodies Are Buried", "Amerikanski Dead at the Moscow Morgue", "Andy Warhol's Drácula" entre muchos otros. Sin embargo, no me sorprendería que en su país de origen, el Reino Unido, Newman fuera más conocido como crítico cinematográfico que como escritor de ficción, gracias a sus reseñas en la revista Empire y a su particular imagen que no pasa desapercibida en sus habituales apariciones en reportajes y documentales.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Abundancia roja

No hace tantos años, tenía absurdamente a gala mi completa ignorancia sobre temas económicos. Me parecía obvio que las páginas salmón de los diarios, dejando aparte las ofertas de trabajo, no tenían interés alguno para las personas cabales, que se limitaban con buen criterio a las culturales y las de deportes (las de ciencia, al menos en los diarios generalistas, también debían examinarse con precaución).

Como de forma por lo demás irritante aducen las personas religiosas respecto a Dios, aunque uno no crea en la Economía la Economía sí cree en uno, y aquí estoy unos años más tarde sin saber mucho más sobre el tema pero mucho menos ufano de mi ignorancia, por más que a mis ojos profanos mucha de la cháchara económica que se escucha por ahí siga sonando a una mezcla de pseudociencia y teletienda.

En la visión simplista a la que me condiciona el desconocimiento, el sistema económico, dominado por ese ente informe denominado "el mercado" parece un toro de rodeo imposible de dominar. La supuesta misión que, desde una perspectiva de lo que antes se llamaba "izquierdas", debería tener el estado, es decir, redistribuir la riqueza y garantizar unos servicios públicos de calidad, se ve prácticamente imposibilitada por su incapacidad por controlar los movimientos económicos. Ingenuamente, parece que una solución pasaría por no reducir la capacidad económica de los estados, sino incrementarla. Ahora bien, durante el siglo XX ya ha habido varios experimentos de economía controlada por los estados en vez de por los mercados, y ya sabemos cómo acabaron. Y no sólo está la cuestión espinosa de que, sin excepciones, fueran de la mano de regímenes dictatoriales y crímenes masivos; es que, además, desde un punto de vista puramente económico, resultaron un fracaso.

"Abundancia roja" de Francis Spufford es un libro que trata el breve intervalo, a finales de los años 50 y primeros 60, durante el que la Unión Soviética realizó un esfuerzo por racionalizar la economía a través de las fuerzas entonces nacientes de la cibernética, con el objetivo de hacer del pueblo soviético el más rico del planeta. Fallecido Stalin, el recién llegado al poder Kruschev pretendió superar a los Estados Unidos no sólo en la carrera espacial, sino en la prosperidad y la abundancia a disposición de sus habitantes. El tratamiento que hace Spufford de este periodo contiene elementos de ficción y de historia tradicional: es una novela que relata acontecimientos reales (lo que los anglosajones llaman "faction") a través de episodios dramatizados en los que intervienen personajes reales (el propio Kruschev, matemáticos y economistas como Kantorovich y Nemchikov) y figuras ficticias creadas por Spufford. Se trata por tanto de una novela de ideas, calificativo que suele aplicarse de manera peroyativa, como si las ideas fueran un tema del que el arte debería mantenerse alejado. (Puede que sea la edad pero algunas cosas que más me han interesado últimamente, como los documentales de Adam Curtis, las obras de Tom Stoppard o éste libro, tratan específicamente sobre ideas). Spufford reconoce haber tomado como modelo la trilogía de Marte de Kim Stanley Robinson; "Abundancia roja" se lee como una novela de ciencia ficción sobre el pasado cercano. En sus páginas se menciona la obra de los hermanos Strugatski, las figuras máximas de la SF soviética y de los que también se acaba de editar un libro que todavía no he leído pero me parece muy prometedor, "El lunes empiezan el sábado".

Ya sabemos cómo acaba la historia: Spufford decía en un artículo que el periodo que describía había quedado "crushed flat by hindsight". Nuestros líderes económicos seguramente aducirán que los hechos confirman la posición de que la economía de libre mercado es la única forma posible de conseguir que grandes grupos de personas vivan en la abundancia. Informándome sobre este libro he descubierto con cierto alivio que, pese a lo que parece, no se trata de una verdad reconocida universalmente, y que existen actualmente científicos como Paul Cockshott (autor de "El socialismo del siglo XXI") que están intentando imaginar una economía centralmente planificada que supere las limitaciones y los errores de sus antecesores. El propio Spufford concluye el libro con una nota de esperanza: aunque sus héroes han fracasado, su esfuerzo es importante; lo contrario sería reconocer que no hay alternativa a la rendición ante las fuerzas impersonales del mercado.

Cuando tuve noticias de este libro, me pareció que su indefinición genérica (no es ni una novela ni un libro de historia) hacía improbable su publicación en España, y adquirí la edición inglesa. Me he quedado agradablemente sorprendido al ver estos días que ha sido ya traducido y editado en Turner (editorial que, por cierto, no es la primera vez que me da una sorpresa de este tipo).

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Recomendado con reservas

Durante las 3 horas y media que dura "George Harrison: Living in the Material World", el documental de Martin Scorsese sobre el fallecido guitarrista de los Beatles, se repite una y otra vez que Harrison era un hombre con dos caras. Una, la más conocida, la de filántropo promotor del concierto de Bangla Desh, embarcado en una incesante búsqueda espiritual, discreto pero talentoso colaborador en la sombra de los geniales Lennon y McCartney, creador de algún memorable disco en solitario; la otra, la de mujeriego compulsivo propenso a las adicciones y los accesos de ira. Este lado oscuro, al que se alude repetidamente, está sin embargo prácticamente ausente de la película, aparentemente controlada por la familia y los amigos de Harrison, y termina por funcionar como una especie de amputado miembro fantasma. Da la impresión de que Harrison, genial músico, compositor ocasionalmente inspirado y mediocre letrista, fue una persona que daba para una película más interesante que la que ésta ha acabado siendo, una película a la que se invoca pero que no llega a hacerse presente. "Living in the Material World" sigue el modelo de entrevistas y material de archivo de "No Direction Home", el documental de Scorsese sobre Bob Dylan, pero tiene el problema añadido de que cubre un intervalo temporal mucho mayor, lo que hace que muchos momentos potencialmente interesantes queden apenas mencionados. De todas formas, al beatlemano que llevo dentro los mencionados doscientos y pico minutos llenos de imágenes poco conocidas y música maravillosa se le pasaron volando, y Scorsese, probablemente el cineasta vivo más técnicamente virtuoso que existe, podría hacer un documental interesante con este material incluso medio dormido.

Harrison hizo sus pinitos como productor cinematográfico con la compañía Handmade, creada para financiar "La vida de Brian" (1979) y que produjo otras películas de interés como "Los bandidos del tiempo" y "Withnail y yo". Jordi Costa comentaba en Facebook hace unos días que Harrison despidió a todos los empleados de Handmade por fax; "Living…" no hace mención alguna a este hecho, pero sí alude brevemente al escándalo que se produjo con motivo del estreno de "La vida de Brian", e incluye imágenes del famoso debate televisivo que enfrentó a dos de los miembros de Monty Python, John Cleese y Michael Palin, con dos detractores de la película, el periodista Malcolm Muggeridge y el obispo de Southwark. El lunes, como alternativa al previsiblemente tedioso "cara a cara" entre Rajoy y Rubalcaba, escogí ver "Holy Flying Circus", la película que la BBC ha dedicado al episodio. Escrita por Tony Roche, uno de los guionistas de "The Thick of It" y "In the Loop" (ya se sabe que tradicionalmente en la televisión británica el nombre a destacar es el del escritor, no el del director, en este caso Owen Harris), "Holy Flying Circus" no pretende representar los hechos tal como ocurrieron ("es todo inventado, como la Biblia", se dice en algún momento), sino reflexionar sobre la capacidad de ofender del humor y, sobre todo, rendir un afectuoso homenaje a Monty Python que incluye personajes con variados impedimentos del habla, animación con recortables, hombres travestidos, anacronismos, extraterrestres, grupos religiosos con tendencia a la disensión interna y Jesús soltando ventosidades. El mensaje queda en ocasiones demasiado subrayado, los villanos son meras caricaturas y en general hay un esfuerzo ostensible por ser "inteligente", pero de manera similar al documental de Scorsese, el fan de Monty Python tiene motivos de sobra para el disfrute, de los cuales no es el menor un reparto afortunado, con un Charles Edwards poseído por el espíritu del "hombre más agradable del mundo", y la siempre agradecida presencia de Mark Heap. Terminado el visionado, uno no puede evitar comparar programas como éste, fallidos pero imaginativos, arriesgados y rebosantes de talento, con la producción más prestigiosa de nuestra televisión pública nacional, sin ánimo de faltar al respeto a los profesionales que hacen "La hora de José Mota", "Cuéntame" o "Águila Roja".

lunes, 7 de noviembre de 2011

Martin Scorsese, crítico de cine

Es muy posible que el lugar de Martin Scorsese en la historia del cine esté hace tiempo grabado en piedra y que ninguna de sus películas de los últimos lustros, digamos que desde "Uno de los nuestros" (1990) o "La edad de la inocencia" (1993), haya sido capaz de reproducir la capacidad de impacto de sus primeras obras, aunque no carezcan de interés (a mí por ejemplo "Shutter Island" me gustó mucho). De lo que no cabe duda es de que el hombre, que este mes cumple 69 años, conserva intacta la capacidad de trabajo y, lo que es más importante, su amor por el cine. El pasado junio en el "Cinema Ritrovato" de Bolonia se presentaba un documental suyo sobre Fran Lebowitz, se exhibía otro sobre Elia Kazan, se proyectaba una restauración de su "Taxi Driver" en la que había intervenido directamente y otra de "El ladrón de Bagdad" impulsada por él. Estos días se ha estrenado su documental sobre George Harrison y dentro de unas semanas se estrena "Hugo", su debut simultáneo en el cine familiar y en el 3D (y en el que por cierto tengo depositadas, de manera quizás algo arbitraria, bastantes esperanzas).

Quienes hayan visto "Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano" (1995) y "Mi viaje a Italia" (1999) conocen que el entusiasmo del director italoamericano por el cine está respaldado por un conocimiento amplio y un criterio personal sólidamente fundado, cualidades que lo acreditan como potencial buen crítico de cine. Hasta hace poco yo desconocía por completo este aspecto de su trabajo, pero desde hace unos años, en la revista de un distribuidor de televisión por cable estadounidense (DirecTv) y en su página web ha venido publicando una columna en la que comentaba brevemente algunas de las películas que se programaban en alguna de las cadenas del paquete (habitualmente TCM). La columna se interrumpió a finales del año pasado, y los contenidos han sido retirados al menos momentáneamente del sitio web (tengo la esperanza de que esto se deba a una posible futura publicación en forma de libro); en cualquier caso, el navegante experto podrá, como hice yo, recuperar la mayor parte de ellos. Además, desde el mes de Octubre Scorsese colabora con una columna similar en TCM.com.

jueves, 27 de octubre de 2011

El extraño mundo de Gurney Slade

Las épocas tempranas de un medio de expresión parecen, vistas con la perspectiva del tiempo, campo abonado para la experimentación y la vanguardia. El momento en que todavía no están fijadas las reglas de "cómo se hacen las cosas" (el "modo de representación institucional" de los teóricos del cine) es propicio para la aparición de productos que se proyectan hacia el futuro: no es extraño que películas de Keaton o Murnau, cómics de McCay o Segar, nos parezcan más "modernos" que la mayoría de las obras posteriores.

La televisión es un medio que, por razones históricas y económicas, ha dado seguramente menos campo a la libertad individual de los creadores que el cine y los cómics, y nuestro conocimiento de sus épocas primigenias está aún más comprometido por el carácter inmediato o rápidamente perecedero de sus materiales de elaboración. Sin embargo, lego como soy en el asunto, tengo la impresión de que la investigación de la historia en gran parte desconocida de las primeras épocas de la televisión puede ser fuente de no pocas agradables sorpresas.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Superhéroes

No ando muy inspirado ni animado, no hay post con contenido propio, pero no quiero dejar de destacar los magníficos análisis sobre el comic de superhéroes actual que ha dedicado recientemente Santiago García en su blog "Mandorla". García, guionista de comics, co-autor (entre otras cosas) de "El vecino" y del próximo (esperemos) álbum de Manel Fontdevila, ha hablado del no por previsible menos horrible resulado del reboot de las colecciones de DC Comics ("El fin") y, quizás para quitarse y quitarnos a los que, pese a todo, no podemos dejar de seguir amando los superhéroes, el mal sabor de boca, ha destacado unos cuantos ejemplos de comic de género comercial hechos con profesionalidad y talento ("El tiempo de los superhéroes") y una obra maestra todavía inédita en España que enfoca la temática superheroica desde fuera del mainstream ("Supervillanos. El rayo de la muerte"). En general todo el blog es magnífico.

Ya que estamos con el tema, una recomendación: Panini publicó casi de puntillas en una colección dirigida al público infantil el primer tomo de "Thor, the Mighty Avenger", de Roger Langridge y Chris Samnee. La colección, nacida para aprovechar el lanzamiento de la película fue cancelada en Estados Unidos por falta de ventas con apenas 8 números, de los que aquí se han publicado cuatro en el tomo que comento; no sé qué pensará García de ella, pero yo la he encontrado ejemplar, no sólo porque está estupendamente escrita y dibujada sino porque es uno de los escasos tebeos de superhéroes actuales que se pueden entregar tranquilamente a un lector alejado del endogámico ambiente de los fans (¡incluso a un niño!) con razonables expectativas de que no reaccione con incomprensión o disgusto.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El protagonista estaba muerto desde el principio

Aviso: contiene spoilers. O más bien, sólo uno, el que aparece en el título. Si no quieres saber a qué se aplica, no sigas leyendo.

martes, 6 de septiembre de 2011

Planeta Hong Kong

Aquellos que crecimos en un pueblo de provincias y que durante la segunda mitad de los años 70 sentimos cómo se despertaba el instinto cinéfago contábamos con una institución única y ya desaparecida, los cines de pueblo, que por los relatos de urbanitas de mi edad tenían bastantes similitudes con los cines de barrio pero también diferencias. La programación que ofrecía el cine Novedades a los habitantes de San Adrián (Navarra) probablemente estaba justificada por sólidas razones económicas o logísticas pero daba como la impresión de un batuburrillo caótico que, no puedo evitar pensarlo, marcó de forma indeleble la psique de mi generación, la última que contó con un cine local en su infancia. Por supuesto, los estrenos de renombre estaban descartados ("La guerra de las galaxias" había que ir a verla a la vecina ciudad de Calahorra) o llegaban con un retraso de meses o años (creo que pusieron "Tiburón" allá por el 77 o 78). Por algún motivo, quizás sencillamente el gusto del dueño o del público local, Louis de Funes era una presencia habitual, y hasta hace unos pocos meses yo no era consciente de que algunas de las películas que se proyectaban por aquella época, como las de la serie "Fantomas", tenían entonces ya más de diez años de antigüedad.

Otros elementos habituales de la programación eran las producciones populares italianas, eróticas (Alvaro Vitale, aka Jaimito) y de terror (Fulci, Coscarelli). Y, por supuesto, lo que nosotros llamábamos películas "de chinos" y que, según aprendí más tarde, eran producciones de la entonces floreciente industria de Hong-Kong. Aunque hasta tiempos recientes no he tenido más que contactos muy puntuales con el cine de la antigua colonia británica, tengo la impresión de que aquellas películas de kung-fu quedaron impresas en mi memoria ancestral de espectador. Anécdota personal que incluyo porque sí: una de las primeras películas que recuerdo haber visto en un cine es una de artes marciales que a pesar de mis esfuerzos no he sido nunca capaz de volver a encontrar ni siquiera en referencias. En mi recuerdo se titulaba "El león dormido" pero, dado que Google no reconoce ese título, parece probable que la memoria me juegue una mala pasada.

El profesor David Bordwell, autor de libros de texto ("El arte cinematográfico", "Film History") y monografías sobre directores tan respetables como Eisenstein, Dreyer y Ozu, no parece la opción más obvia para escribir sobre un cine de raíz y objetivos tan populares como el de Hong Kong, pero las dudas pronto se disipan: Boardwell no sólo reconoce sino que abraza con entusiasmo su lado más extravagante, excesivo y sentimental, sin ignorar su cara oscura (como por ejemplo los prejuicios raciales y sexuales que se encuentran muchas veces en la base de sus argumentos). En ocasiones, como es habitual, virtudes y defectos son dos caras de la misma moneda: al tratarse en la mayoría de los casos de un cine puramente comercial, está dominado por lo que Boardwell llama "presión hacia la predicibilidad" que da lugar a productos en serie, pero para los cineastas de talento las convenciones proporcionan una estructura como la de la métrica de un poema, dentro de la cual pueden dar rienda suelta a su creatividad en la búsqueda de variaciones. "Planeta Hong Kong" está escrita por un académico, pero también por un entusiasta del cine del que habla.

martes, 30 de agosto de 2011

El tamaño importa

(Iba a titular este post "Razones para estar irritado, parte 2", pero con la que está cayendo el tamaño de los tebeos parece algo demasiado trivial como para ser causa de irritación, como mucho de una vaga melancolía)
En las discusiones sobre la preferencia de ver las películas en versión original, o en pantalla grande y sala oscura, se encuentra subyacente la noción de un ideal platónico de la obra artística, a la que las distintas presentaciones o ediciones deben intentar acercarse lo máximo posible. Por supuesto, esta idea no se limita únicamente al cine, sino que está presente en los juicios sobre otras formas artísticas, y en particular los comics. Las reediciones de tebeos clásicos (o simplemente antiguos) son juzgadas, aparte de por la calidad intrínseca de la obra que presentan, por la calidad del papel, la traducción, la rotulación, la reproducción de las líneas y del color.

viernes, 12 de agosto de 2011

Ciclos

Yo fui un cinéfilo adolescente. En aquellos tiempos remotos, el recurso principal que un chaval de pueblo tenía para construirse una cultura cinematográfica era Televisión Española, que programaba cine clásico con regularidad, y a menudo en formato de ciclos, una de las maneras más prácticas e reveladoras de conocer a un autor o un género. En la actualidad, pueden contemplarse ciclos cinematográficos si se tiene acceso a una filmoteca u otra entidad programadora por el estilo, y puede uno también hacérselos en casa con la ayuda del DVD, la biblioteca pública más cercana y otros medios de legalidad menos clara.

domingo, 7 de agosto de 2011

Louie, Louie

No puede decirse que sean malos tiempos para los amantes de la comedia televisiva estadounidense: la parrilla está surtida de productos valiosos tanto en las networks convencionales ("Parks and Recreation", "Community") como en las cadenas de cable ("Curb Your Enthusiasm", "Eastbound and Down"), e incluso en el rango más tradicional y conservador del espectro se encuentran programas dignos que permiten al espectador reírse sin prescindir totalmente de su inteligencia ("Modern Family", "Cougar Town"). Aún así, por definición, resulta una rareza encontrar comedias auténticamente especiales. Eso me ha ocurrido, con un año de retraso, con "Louie". Compruebo con cierta sorpresa que en los recientes números de las revistas "Cahiers du Cinema" y "Quimera", dedicados a las series televisivas, no ha merecido apartado propio y ni siquiera, salvo que se me haya pasado por alto, una mísera mención, así que es posible que la crítica de verdad haya decidido que no es para tanto, pero así en caliente (he terminado de ver la primera temporada y estoy siguiendo la segunda simultáneamente a su emisión), apuesto por esta serie como un clásico del futuro (al fin y al cabo, aquí puedo ser todo lo hiperbólico que me plazca).

lunes, 4 de julio de 2011

El cine reencontrado. Incluye sorpresas

Cada año desde hace un cuarto de siglo se celebra en Bolonia (Italia) "Il Cinema Ritrovato", un festival de cine sin alfombras rojas, ni (apenas) estrenos ni estrellas. La Cineteca de Bologna, que a través del laboratorio L’Imagine Ritrovata es una de las instituciones más importantes del mundo en el campo de la recuperación del patrimonio cinematográfico, organiza este festival cuyo núcleo está constituido por los más importantes trabajos de restauración realizados por las filmotecas y compañías privadas en todo el mundo.

El interés del festival no se limita a profesionales y académicos interesados en el cine primitivo y las técnicas de restauración cinematográfica, aunque estas personas tienen en estas fechas un punto de encuentro que imagino de lo más estimulante. Para los aficionados de a pie, en estos tiempos en que las posibilidades de ver cine en pantalla grande se van reduciendo hasta lo microscópico, es una oportunidad (posiblemente la única o la última) de ver clásicos del cine en copias impecables y, en el caso de películas mudas, con acompañamiento musical en directo. En la programación de este año han convivido reliquias de los orígenes del cine con clásicos ineludibles como “Solo los ángeles tienen alas”, “La dolce vita”, o “Taxi Driver” y rarezas como “La vie est à nous” o “La máquina matamalvados”. Yo soy seguramente la última persona a la que se le ocurriría hablar mal de la visión de películas en la pantalla del televisor o del ordenador, que tantas lagunas culturales me ha permitido llenar, pero espectáculos visuales suntuosos como “Nosferatu” o “French Cancan” deberían contemplarse al menos una vez en la vida en las mejores condiciones posibles.

martes, 21 de junio de 2011

De Providence a Moulinsart

Decía Howard Waldrop que hay un momento en la vida para leer ciertos libros o autores; enfrentarse a ellos por primera vez antes o después nunca será lo mismo. Waldrop proponía en el mismo artículos los 11-13 años como edad ideal para leer a Edgar Rice Burroughs, los 14 para Dylan Thomas (una edad a la que se quiere ser “poeta, borracho y de algún otro lugar”) y los 17 para H.P. Lovecraft.

Pero ya se sabe que el hombre propone, y los planes de los ratones y los hombres, etc. A finales de los 70 yo todavía no llevaba gafas o acababa de ponérmelas, pero ya hacía años que era un niño repelente que se pasaba las horas leyendo. Con motivo de mi duodécimo cumpleaños, un amigo me acompañó a la librería local (en realidad una papelería con un pequeño expositor rotatorio de libros de bolsillo): mi misión, en caso de aceptarla, era gastar en libros las 300 pesetas que le había dado su madre para mi regalo de cumpleaños. Mi elección, constreñida (o quizás debería decir guiada) por la limitada oferta, consistió en un ejemplar de “Troilo y Crésida” de Shakespeare en la colección Austral (ya he mencionado que era un niño repelente) y el primer tomo de algo llamado “Relatos de los mitos de Cthulhu”. No puedo decir que el drama shakespeariano dejara gran huella en mi memoria, pero el impacto del segundo de los libros me acompaña hasta ahora. Probablemente yo estaba más predispuesto que otros para recibirlo: además de un lector ávido de 12 años (la edad de oro de la ciencia ficción, según el dicho), tenía cierta propensión a los terrores nocturnos y unos años antes me había negado a que mis padres dejaran abierta la ventana de mi dormitorio en las noches de verano porque imaginaba que venían seres del espacio a raptarme. Así las cosas, no es de extrañar que el libro (primera parte de una antología que no leí completa hasta varios años más tarde, y que creo que es la misma que editó Valdemar en tiempos más recientes) me produjera una mezcla de fascinación y horror de la que Lovecraft se hubiera sentido orgulloso, a pesar de que él era únicamente al autor de una de las historias, “La llamada de Cthulhu”.

sábado, 28 de mayo de 2011

La trampa

Uno de los placeres más gratificantes del consumo de productos culturales es el chispazo que se produce cuando se revelan conexiones inesperadas entre obras que aparentemente no tenían ninguna relación. Por casualidad, hace unos meses estaba compaginando el visionado de “The Wire”, la serie de televisión de David Simon y Ed Burns para HBO, con el de unos documentales de Adam Curtis que, para mi sorpresa, resultaban hablar del mismo tema.

sábado, 21 de mayo de 2011

Los Soprano: Cuando llega, no lo sientes venir

Algo más tarde de lo que me hubiera gustado, termino con esta entrada la serie de resúmenes de los apuntes tomados en las clases impartidas por Jordi Costa en el Curso de Introducción a la Nueva Ficción Televisiva que tuvo lugar entre Noviembre  de 2010 y Febrero de 2011 en Madrid. Hay una introducción aquí, pero la idea básica viene a ser que las ideas son de Jordi, los errores son míos.

LOS SOPRANO: CUANDO LLEGA, NO LO SIENTES VENIR

Históricamente, “Los Soprano” (1999-2007) pasa por ser la piedra fundacional de lo que se ha dado en llamar la moderna Edad de Oro de la televisión. Independientemente de discusiones sobre la realidad de esa supuesta Edad de Oro y de sus límites temporales, resulta difícil negar la importancia histórica y artística de la serie creada por David Chase para HBO. En palabras de Rodrigo Fresán, si “The Wire” son los Beatles, “Los Soprano” son Elvis, pero sin Elvis nunca hubieran existido los Beatles; “Los Soprano” contiene elementos de la tradición televisiva precedente y las semillas de la evolución del medio durante la primera década del siglo XXI.

viernes, 8 de abril de 2011

The Office: caigan bombas sobre Slough

Esta entrada corresponde a una serie de resúmenes de los apuntes tomados en las clases impartidas por Jordi Costa en el Curso de Introducción a la Nueva Ficción Televisiva que tuvo lugar entre Noviembre y Febrero en Madrid. Hay una introducción aquí, pero la idea básica viene a ser: las ideas son de Jordi, los errores son míos.

THE OFFICE: CAIGAN LAS BOMBAS SOBRE SLOUGH.

En una escena de “Annie Hall” (1978) Alvy Singer, el personaje interpretado por Woody Allen, acompaña a un amigo a una sesión de postproducción en la que se añaden risas enlatadas a una comedia televisiva. “¿Sabes lo inmoral que es eso?”, pregunta Alvy, anonadado: para él, es una forma descarada de manipulación. Las risas grabadas son un estímulo pavloviano que manipula al espectador, condicionado para reírse cuando el realizador lo mande, tengan o no gracia los chistes.

lunes, 21 de marzo de 2011

The Wire: todas las piezas importan.

Esta entrada corresponde a una serie de resúmenes de los apuntes tomados en las clases impartidas por Jordi Costa en el Curso de Introducción a la Nueva Ficción Televisiva. Hay una introducción aquí, pero la idea básica viene a ser: las ideas son de Jordi, los errores son míos.



THE WIRE: TODAS LAS PIEZAS IMPORTAN.


Baltimore, Maryland, es una ciudad situada en la Costa Este de los Estados Unidos. De unos 600.000 habitantes, y un área metropolitana de más de 2 millones, con una población mayoritariamente afroamericana, para los aficionados al deporte es conocida por tener un equipo en la Major League de béisbol (los Orioles) y uno en la NFL de fútbol americano (los Ravens), pero ninguno en la NBA de baloncesto. Para los melómanos, por tener una orquesta sinfónica con prestigio internacional, y ser el lugar de origen de Cab Calloway y Phillip Glass; para los lectores, por los relatos de Anne Tyler y ser el lugar donde murió Edgar Allan Poe. Los espectadores de cine y televisión conocemos Baltimore a través de los trabajos de tres creadores: John Waters, Barry Levinson y David Simon.

lunes, 14 de marzo de 2011

Sobre el doblaje

La idea de que en España el doblaje (de películas y, por extensión, de series de televisión) es particularmente bueno se ha convertido en un lugar común. Como casi todos los lugares comunes, responde parcialmente a una realidad. La adopción por parte de Franco en 1941 de la Ley de Defensa del Idioma de Mussolini, como instrumento de control de las ideas y de fomento del nacionalismo, obligó a que en nuestro país únicamente se exhibieran películas dobladas y por tanto la aparición de buen número de profesionales especializados que no existían en otros países. Profesionales que hacían dignamente el trabajo que se les encargaba y cuyas voces están ligadas en la memoria de los cinéfilos de la época (y de muchos de sus sucesores, que conocieron los clásicos del cine a través de versiones televisadas, por supuesto dobladas) a la época dorada del cine de Hollywood. Otra cosa es que realmente su trabajo tenga realmente la calidad que se le atribuye: mi opinión es que una escucha objetiva de los doblajes, de los años 40 a la actualidad, pone de manifiesto el carácter acartonado y artificial de muchos de ellos. Y eso sin recurrir a historias mil veces contadas sobre los hilarantes cambios introducidos por la censura en “Mogambo”, o sobre el impacto que supuso el doblaje dirigido por Carlos Saura de “El resplandor”, por no limitarnos a cuestiones ideológicas. Independientemente, como se ha señalado hasta la saciedad, en el hipotético caso de que, efectivamente, todos los doblajes fueran de calidad máxima, hurtan al espectador de una parte de la obra, la interpretación vocal de los actores, que no es precisamente menor.

jueves, 10 de marzo de 2011

Perdidos: posibilidades de una isla

Esta entrada corresponde a una serie de resúmenes de los apuntes tomados en las clases impartidas por Jordi Costa en el Curso de Introducción a la Nueva Ficción Televisiva. Hay una introducción aquí, pero el resumen es: las ideas son de Jordi, los errores son míos.


PERDIDOS: POSIBILIDADES DE UNA ISLA

En el primer episodio de “El prisionero”, serie creada e interpretada en 1967-68 por Patrick McGoohan, un espía (que podría ser el mismo que el actor encarnaba en su serie anterior “Danger Man”) renuncia a su trabajo y es inmediatamente recluido en una misteriosa comunidad (“el pueblo” o "la villa") donde en medio de una atmósfera kafkiana sus captores intentan averiguar los motivos de su defección. No es difícil encontrar en “Perdidos” (2004-2010) ecos de “El prisionero”: personajes que buscan el sentido de su presencia en un entorno que a veces parece situarse fuera de las leyes de la naturaleza, y en el que están rodeados por otros personajes en cuya sinceridad no pueden confiar. No son, por supuesto, las únicas referencias que encontramos en la serie, que hace de la apropiación de materiales ajenos una de sus señas de identidad.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Curso de nueva ficción televisiva

Ya he comentado alguna vez que durante 12 sábados he sido alumno del Curso de Introducción a la Nueva Ficción Televisiva impartido por Jordi Costa en la Escuela de Escritores de Madrid. Ahora que ha terminado puedo asegurar sin reticencias que ha sido una experiencia positiva (aunque cansada: levantarse a las cinco y media de la mañana, cuatro horas de autobús de ida y cuatro de vuelta se cobraban su precio). Con el conocimiento de Jordi, he decidido hacer un resumen de mis notas y colgarlo aquí.

Estas notas no pretenden reflejar de manera detallada las clases: son simplemente una forma de agrupar y comentar mis apuntes y su utilidad es más personal que otra cosa. Otra visión del curso, más detallada y útil (¡con Youtubes!), está apareciendo en el blog de Inma, también alumna del curso. Aplican las advertencias obvias: las ideas que aparecen en estas entradas no se me han ocurrido a mí, sino que proceden de Jordi y sus fuentes; sin embargo, él no es en absoluto responsable de mis errores de interpretación y de expresión, y mucho menos de las apostillas que añadiré por mi cuenta y riesgo.

El curso se estructuró en cuatro grupos de tres sesiones. Cada grupo de clases se dedicó a una serie escogida por su especial interés. En las clases se analizaba la historia y las características particulares de cada una de las series, se señalaban antecedentes e influencias previas, se discutían posibles sucesores. En la última sesión se prestaba atención particular a un episodio destacado. La riqueza de posibilidades de las series escogidas hubiera permitido sin problemas una o dos sesiones más dedicadas a cada una de ellas, y se me ocurren otras series sobre las que me hubiera gustado escuchar lo que Jordi tuviera que decir, pero el valor del curso no estaba en agotar sus temas sino en abrir puertas para futuras exploraciones. En ese sentido, tengo mucho trabajo por delante.

1. Noviembre de 2010: Perdidos
2. Diciembre de 2010: The Wire
3. Enero de 2011: The Office
4. Febrero de 2011: Los Soprano

viernes, 25 de febrero de 2011

Chris Morris

Carlos Escolano ha tenido la amabilidad de difundir un texto mío a través de su blog. Se trata de una introducción a la personalidad y obra de Chris Morris, con la excusa del próximo estreno de su primera película, "Four Lions". El texto es largo y me temo que un poco pesado de leer, así que lo resumo en dos frases: "Chris Morris es un genio", y "Hay que ir a ver Four Lions". 
En cualquier caso, y dada la función de repositorio de este blog, lo dejo también aquí, con algunas ligeras correcciones, y también en scribd.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Túnez, Egipto

A veces alguien dice las cosas que uno piensa mucho mejor de lo que uno sería capaz de decirlas. Simplemente cito y traduzco, del blog de Ken McLeod, que por cierto tiene uno de los mejores nombres de la blogosfera: Los primeros días de una nación mejor.

En los últimos treinta años la humanidad ha existido únicamente como una especie animal. La ciencia adecuada para su estudio ha sido la zoología. De hecho, se han realizado grandes avances en ese terreno, especialmente a través del estudio del genoma. Pero la humanidad como animal político y racional murió en 1979, y fue al infierno. Allí hizo lo que hacen los condenados: atormentarse a sí misma y a otros. El instrumento de tortura ha sido la identidad. Si no vemos nuestras luchas parciales como parte de un proyecto general de emancipación humana, nos volvemos los unos contra los otros y peleamos por las migajas.

La semana pasada en la plaza de Tahrir miles de personas se pusieron de pie frente a una turba contrarevolucionaria y lucharon contra ella, metro a metro durante un largo día y una larga noche, con palos y piedras. En esas pocas horas demostraron en la práctica que la conciencia de los seres humanos puede cambiar la historia. Devolvieron al sujeto humano y la emancipación humana a la política. Ocurra lo que ocurra en el futuro próximo en Egipto, esta conciencia no desaparecerá. Todos podemos volver a ser humanos. Eso no significa que vayamos a amarnos los unos a los otros. Significa que podemos luchar unos contra otros por buenas razones.

Como alguien dijo en Twitter: "Ayer, todos fuimos tunecinos. Hoy todos somos egipcios. Mañana, todos seremos libres."