sábado, 28 de mayo de 2011

La trampa

Uno de los placeres más gratificantes del consumo de productos culturales es el chispazo que se produce cuando se revelan conexiones inesperadas entre obras que aparentemente no tenían ninguna relación. Por casualidad, hace unos meses estaba compaginando el visionado de “The Wire”, la serie de televisión de David Simon y Ed Burns para HBO, con el de unos documentales de Adam Curtis que, para mi sorpresa, resultaban hablar del mismo tema.

No sé cual es la cotización de Adam Curtis en el mercado crítico o académico hispano, aunque intuyo que no demasiado elevada. En los libros de Antonio Weinrichter sobre el lado más, digamos “artístico” del documental (“Desvíos de lo real”, “El cine ensayo”) no he encontrado ninguna mención al documentalista británico (aunque puede que me equivoque), ni tampoco en la obra colectiva “Piedra, papel, tijera” editada por el festival Documenta, a pesar de que el método de trabajo de Curtis (con su utilización intensiva de “imagen reciclada” o “found footage”) se presta fácilmente a la discusión en el contexto de los libros mencionados. Por una parte, puede ser una cuestión de accesibilidad: las obras de Curtis, que se emiten habitualmente por la BBC (en el momento en que escribo esto se está programando su última obra, titulada “All Watched Over By Machines of Loving Grace”) no suelen editarse en DVD por cuestiones de derechos, y fuera del Reino Unido sólo es posible acceder a ellos a través de Internet, a veces legalmente (“The Power of Nightmares” está colgado en archive.org con una licencia Creative Commons), a veces no tanto. Por otra, como señala el autor de este post, los amantes de Chris Marker pueden encontrar los documentales de Curtis, con su afán eminentemente didáctico, su “voz de Dios” y sus entrevistas a cabezas parlantes, algo burdos y anticuados, a pesar de la utilización imaginativa y muchas veces sorprendente del material de archivo del que hacen gala.

En las piezas suyas que he visto Curtis trata sobre cómo algunas ideas, abstracciones nacidas en contextos científicos y filosóficos, terminan, siguiendo una compleja trayectoria a través de la historia, por afectar de manera sorprendente y frecuentemente trágica las vidas cotidianas de los seres humanos. En particular, “The Trap” trata de la teoría de juegos, nacida en tiempos de la guerra fría para permitir un tratamiento matemático de la toma de decisiones. En la teoría, tal como es descrita por John Nash, (el genio matemático/esquizofrénico paranoico en el que se basa la película “Una mente maravillosa”), el comportamiento humano es descrito como el de un “robot lógico” que busca maximizar su beneficio analizando el comportamiento de los demás y prediciendo sus respuestas (sobre la base de que van a comportarse de la misma manera que él). A partir de los años 80, cuenta Curtis, esta visión simplificada del ser humano se impuso entre las élites políticas y económicas. La existencia de algo parecido a la tradicional “vocación de servicio público” por parte de los políticos y funcionarios no era más que una entelequia (peor, una hipocresía) que disfrazaba lo que no era más que la búsqueda egoísta del interés propio. La forma de conseguir que los servicios públicos y las empresas funcionaran eficientemente no era apelar a un inexistente (o falso) idealismo sino a esa búsqueda del beneficio personal, a través de incentivos económicos basados en la consecución de objetivos determinados numéricamente. Es decir, se marcaban unos objetivos y se daba libertad a los administradores para conseguirlos, a cambio de sustanciosas recompensas. La lógica parece intachable, pero el resultado, como saben bien los espectadores de “The Wire” o los usuarios del sistema sanitario madrileño, no ha sido el esperado. Si el objetivo era reducir el tiempo de espera en los hospitales, se inventaban triquiñuelas para eliminar a los pacientes de las listas sin que recibieran ningún tipo de tratamiento; si se pretendía reducir el índice de criminalidad en Baltimore, se manipulaba el papeleo o se lanzaban campañas de detenciones inútiles. Las cifras, objetivas e incontrovertibles, habían desplazado a la realidad, compleja e inaprensible, como la meta de los esfuerzos; dado que era mucho más fácil manipular las cifras que cambiar la realidad, eso es lo que se ha hecho, y el resultado ha sido una sociedad más injusta, unos servicios públicos más ineficientes, por no hablar de unas instituciones financieras en las que, tal como se relata en el documental “Inside Job” la falsificación sistemática de las cifras ha permitido enriquecimientos inimaginables y una crisis devastadora.

Como amante de las conexiones, me ha encantado descubrir buscando información para este post que Adam Curtis ha colaborado con Charlie Brooker, que a su vez ha colaborado con Chris Morris, que a su vez ha colaborado con Armando Ianucci y Steve Coogan, que a su vez...

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