lunes, 19 de septiembre de 2011

El protagonista estaba muerto desde el principio

Aviso: contiene spoilers. O más bien, sólo uno, el que aparece en el título. Si no quieres saber a qué se aplica, no sigas leyendo.

martes, 6 de septiembre de 2011

Planeta Hong Kong

Aquellos que crecimos en un pueblo de provincias y que durante la segunda mitad de los años 70 sentimos cómo se despertaba el instinto cinéfago contábamos con una institución única y ya desaparecida, los cines de pueblo, que por los relatos de urbanitas de mi edad tenían bastantes similitudes con los cines de barrio pero también diferencias. La programación que ofrecía el cine Novedades a los habitantes de San Adrián (Navarra) probablemente estaba justificada por sólidas razones económicas o logísticas pero daba como la impresión de un batuburrillo caótico que, no puedo evitar pensarlo, marcó de forma indeleble la psique de mi generación, la última que contó con un cine local en su infancia. Por supuesto, los estrenos de renombre estaban descartados ("La guerra de las galaxias" había que ir a verla a la vecina ciudad de Calahorra) o llegaban con un retraso de meses o años (creo que pusieron "Tiburón" allá por el 77 o 78). Por algún motivo, quizás sencillamente el gusto del dueño o del público local, Louis de Funes era una presencia habitual, y hasta hace unos pocos meses yo no era consciente de que algunas de las películas que se proyectaban por aquella época, como las de la serie "Fantomas", tenían entonces ya más de diez años de antigüedad.

Otros elementos habituales de la programación eran las producciones populares italianas, eróticas (Alvaro Vitale, aka Jaimito) y de terror (Fulci, Coscarelli). Y, por supuesto, lo que nosotros llamábamos películas "de chinos" y que, según aprendí más tarde, eran producciones de la entonces floreciente industria de Hong-Kong. Aunque hasta tiempos recientes no he tenido más que contactos muy puntuales con el cine de la antigua colonia británica, tengo la impresión de que aquellas películas de kung-fu quedaron impresas en mi memoria ancestral de espectador. Anécdota personal que incluyo porque sí: una de las primeras películas que recuerdo haber visto en un cine es una de artes marciales que a pesar de mis esfuerzos no he sido nunca capaz de volver a encontrar ni siquiera en referencias. En mi recuerdo se titulaba "El león dormido" pero, dado que Google no reconoce ese título, parece probable que la memoria me juegue una mala pasada.

El profesor David Bordwell, autor de libros de texto ("El arte cinematográfico", "Film History") y monografías sobre directores tan respetables como Eisenstein, Dreyer y Ozu, no parece la opción más obvia para escribir sobre un cine de raíz y objetivos tan populares como el de Hong Kong, pero las dudas pronto se disipan: Boardwell no sólo reconoce sino que abraza con entusiasmo su lado más extravagante, excesivo y sentimental, sin ignorar su cara oscura (como por ejemplo los prejuicios raciales y sexuales que se encuentran muchas veces en la base de sus argumentos). En ocasiones, como es habitual, virtudes y defectos son dos caras de la misma moneda: al tratarse en la mayoría de los casos de un cine puramente comercial, está dominado por lo que Boardwell llama "presión hacia la predicibilidad" que da lugar a productos en serie, pero para los cineastas de talento las convenciones proporcionan una estructura como la de la métrica de un poema, dentro de la cual pueden dar rienda suelta a su creatividad en la búsqueda de variaciones. "Planeta Hong Kong" está escrita por un académico, pero también por un entusiasta del cine del que habla.