sábado, 10 de diciembre de 2011

Películas de pesadilla

Allá por los años 90, el principal aliciente de Internet para mí, tan inútil para ligar online como en la modalidad presencial, era localizar relatos de fantasía y ciencia ficción disponibles (en inglés) legal y gratuitamente. Algunos de los cuentos que encontré de esta forma reavivaron mi interés juvenil por el género que tenía por entonces un tanto abandonado, y me permitieron descubrir a escritores entonces nuevos para mí como Greg Egan, Howard Waldrop y Kim Newman. Las dos primeras historias de Newman que leí (todavía disponibles en el mismo lugar en el que las encontré  hace más de 13 años) ponían de manifiesto, aún sin conocer la información biográfica que las acompañaba, que su autor era algo más que un simple aficionado al cine: "Coppola's Drácula" trasladaba las peripecias del rodaje de "Apocalipsis Now" al universo vampírico creado por el autor en "Anno Drácula", mientras que "The Pierce Arrow Stalled…" especulaba con una historia paralela del cine en el que el punto de divergencia con nuestra realidad era la no ocurrencia del famoso incidente que hizo caer en desgracia a Fatty Arbuckle y que, Newman postula, propició la entrada en vigor del famoso código Hays de autocensura en Hollywood (la consecuencia en el relato es que el contenido sexual de las películas se elevaba a límites impensados: el slogan de promoción de "Ninotchka" pasaba de ser "¡Garbo ríe!" a "¡Garbo folla!").

En España Newman ha sido publicado únicamente (creo) en esta faceta de escritor de ficción, a través de las dos primeras novelas del mencionado ciclo vampírico ("El año de Drácula" y "El sanguinario barón rojo") y de unas novelas incluidas en la franquicia Warhammer y firmadas con el pseudónimo de Jack Yeovil. Su ficción inédita en castellano incluye otros títulos en los que a su conocido interés por la historia alternativa y la literatura de género se une la pasión por el cine, en particular el fantástico y terrorífico: "Famous Monsters", el ciclo "Where the Bodies Are Buried", "Amerikanski Dead at the Moscow Morgue", "Andy Warhol's Drácula" entre muchos otros. Sin embargo, no me sorprendería que en su país de origen, el Reino Unido, Newman fuera más conocido como crítico cinematográfico que como escritor de ficción, gracias a sus reseñas en la revista Empire y a su particular imagen que no pasa desapercibida en sus habituales apariciones en reportajes y documentales.

Probablemente la obra más importante del Kim Newman crítico sea "Nightmare Movies", una de cuyas primeras ediciones llevaba el subtítulo de "A critical history of the horror film 1968-1988". Hace unos meses comentaba aquí la recuperación de "Planet Hong-Kong" de David Boardwell; "Nightmare Movies" ha tenido más suerte, o más viabilidad comercial, y su nueva edición ha contado con el respaldo de una editorial, lo que significa que es adquirible en formato "físico" (de momento en inglés, pero no me sorprendería que acabara por tener una traducción al castellano: libros mucho peores dedicados al género pueden encontrarse en cualquier librería). Newman ha hecho una concienzuda puesta al día del libro, de mayor calado aún de la de Bordwell: la extensión del nuevo "Nightmare Movies" (con el subtítulo de "40 años de terror") más que duplica la original gracias a la inclusión de lo que a casi todos los efectos es un nuevo volumen que cubre el periodo 1988-2010. Más aún, la primera parte que reproduce el libro original viene suplementada por abundantes notas nuevas en las que Newman matiza las impresiones de su joven yo.
El libro es excelente: la erudición de Newman es vasta (el índice es una tortura para los que hemos dejado de contemplar la presbicia como una amenaza lejana, y es difícil, aunque no imposible, encontrar alguna película del género y periodo cubiertos en el libro que no reciban alguna mención); su ingenio y habilidad literaria hacen que sea no sólo útil como tomo de consulta sino una lectura sumamente entretenida. Ocasionalmente se echa en falta un mayor detenimiento en algún argumento, idea o película que parecen interesantes y que por problemas de espacio se despachan con más urgencia de la que a uno le gustaría. Newman ama al género, pero como David Bordwell en su libro, no es ciego al cinismo, la misoginia y la simple incompetencia que lastran una gran parte de sus productos.
La composición del nuevo tomo permite comparar al Newman actual con el de los 80, y el resultado es lo que me ha impulsado a escribir esta entrada: el Newman veinteañero podía competir con el actual en las cualidades mencionadas de conocimiento e ingenio, pero el Newman cincuentón gana, a mi juicio, por goleada en algo más difícil de definir (¿percepción, empatía, humanidad?) que lo convierten en un crítico mucho más valioso, menos preocupado por impresionar al lector con su obvia brillantez y más por transmitirle un conocimiento y una visión. Un lógico (aunque no inevitable) proceso de maduración de un joven de talento en un adulto con, digamos, sabiduría. Me pregunto cuánto tiene que ver mi propio envejecimiento en todo este proceso: ¿los críticos mejoran con la edad, o los lectores maduros precisan de críticos maduros?
Un pequeña nota final: la lectura de "Nightmare Movies" puede acompañarse con el visionado de "A History of Horror with Mark Gatiss", una serie de tres episodios de la BBC con la que, una vez más, la televisión pública inglesa (con todos los defectos que pueda tener), demuestra su superioridad sobre cualquier otra. El actor y escritor miembro de la "League of Gentleman", y compinche de Stephen Moffat, dedica su documental a realizar un afectuoso homenaje a las películas de terror que marcaron su juventud como espectador. No hay grandes revelaciones, pero sí momentos tan disfrutables como una entrevista con Barbara Steele que permite a la diva (volver a) ponerse estupenda ante la cámara, o las cándidas declaraciones de John Carpenter asegurando que las películas de Val Lewton y Jacques Tourneur le parecen sobrevaloradas ("¡No se ve nada!"). Gatiss, (que curiosamente nació el mismo día, mes y año que yo) deja su historia en los años 70, en el capítulo que él llama "The American Scream" y que se corresponde con lo que Newman llama "American Nightmare". Como el propio Newman da a entender, y como yo mismo no puedo evitar sentir en ocasiones, el terror que ha venido después tiene grandes momentos y películas, pero sólo ocasionalmente tiene la capacidad de despertar nuestro afecto que tienen las películas que nos aterrorizaron gozosamente cuando éramos niños y adolescentes.

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