jueves, 27 de octubre de 2011

El extraño mundo de Gurney Slade

Las épocas tempranas de un medio de expresión parecen, vistas con la perspectiva del tiempo, campo abonado para la experimentación y la vanguardia. El momento en que todavía no están fijadas las reglas de "cómo se hacen las cosas" (el "modo de representación institucional" de los teóricos del cine) es propicio para la aparición de productos que se proyectan hacia el futuro: no es extraño que películas de Keaton o Murnau, cómics de McCay o Segar, nos parezcan más "modernos" que la mayoría de las obras posteriores.

La televisión es un medio que, por razones históricas y económicas, ha dado seguramente menos campo a la libertad individual de los creadores que el cine y los cómics, y nuestro conocimiento de sus épocas primigenias está aún más comprometido por el carácter inmediato o rápidamente perecedero de sus materiales de elaboración. Sin embargo, lego como soy en el asunto, tengo la impresión de que la investigación de la historia en gran parte desconocida de las primeras épocas de la televisión puede ser fuente de no pocas agradables sorpresas.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Superhéroes

No ando muy inspirado ni animado, no hay post con contenido propio, pero no quiero dejar de destacar los magníficos análisis sobre el comic de superhéroes actual que ha dedicado recientemente Santiago García en su blog "Mandorla". García, guionista de comics, co-autor (entre otras cosas) de "El vecino" y del próximo (esperemos) álbum de Manel Fontdevila, ha hablado del no por previsible menos horrible resulado del reboot de las colecciones de DC Comics ("El fin") y, quizás para quitarse y quitarnos a los que, pese a todo, no podemos dejar de seguir amando los superhéroes, el mal sabor de boca, ha destacado unos cuantos ejemplos de comic de género comercial hechos con profesionalidad y talento ("El tiempo de los superhéroes") y una obra maestra todavía inédita en España que enfoca la temática superheroica desde fuera del mainstream ("Supervillanos. El rayo de la muerte"). En general todo el blog es magnífico.

Ya que estamos con el tema, una recomendación: Panini publicó casi de puntillas en una colección dirigida al público infantil el primer tomo de "Thor, the Mighty Avenger", de Roger Langridge y Chris Samnee. La colección, nacida para aprovechar el lanzamiento de la película fue cancelada en Estados Unidos por falta de ventas con apenas 8 números, de los que aquí se han publicado cuatro en el tomo que comento; no sé qué pensará García de ella, pero yo la he encontrado ejemplar, no sólo porque está estupendamente escrita y dibujada sino porque es uno de los escasos tebeos de superhéroes actuales que se pueden entregar tranquilamente a un lector alejado del endogámico ambiente de los fans (¡incluso a un niño!) con razonables expectativas de que no reaccione con incomprensión o disgusto.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El protagonista estaba muerto desde el principio

Aviso: contiene spoilers. O más bien, sólo uno, el que aparece en el título. Si no quieres saber a qué se aplica, no sigas leyendo.

martes, 6 de septiembre de 2011

Planeta Hong Kong

Aquellos que crecimos en un pueblo de provincias y que durante la segunda mitad de los años 70 sentimos cómo se despertaba el instinto cinéfago contábamos con una institución única y ya desaparecida, los cines de pueblo, que por los relatos de urbanitas de mi edad tenían bastantes similitudes con los cines de barrio pero también diferencias. La programación que ofrecía el cine Novedades a los habitantes de San Adrián (Navarra) probablemente estaba justificada por sólidas razones económicas o logísticas pero daba como la impresión de un batuburrillo caótico que, no puedo evitar pensarlo, marcó de forma indeleble la psique de mi generación, la última que contó con un cine local en su infancia. Por supuesto, los estrenos de renombre estaban descartados ("La guerra de las galaxias" había que ir a verla a la vecina ciudad de Calahorra) o llegaban con un retraso de meses o años (creo que pusieron "Tiburón" allá por el 77 o 78). Por algún motivo, quizás sencillamente el gusto del dueño o del público local, Louis de Funes era una presencia habitual, y hasta hace unos pocos meses yo no era consciente de que algunas de las películas que se proyectaban por aquella época, como las de la serie "Fantomas", tenían entonces ya más de diez años de antigüedad.

Otros elementos habituales de la programación eran las producciones populares italianas, eróticas (Alvaro Vitale, aka Jaimito) y de terror (Fulci, Coscarelli). Y, por supuesto, lo que nosotros llamábamos películas "de chinos" y que, según aprendí más tarde, eran producciones de la entonces floreciente industria de Hong-Kong. Aunque hasta tiempos recientes no he tenido más que contactos muy puntuales con el cine de la antigua colonia británica, tengo la impresión de que aquellas películas de kung-fu quedaron impresas en mi memoria ancestral de espectador. Anécdota personal que incluyo porque sí: una de las primeras películas que recuerdo haber visto en un cine es una de artes marciales que a pesar de mis esfuerzos no he sido nunca capaz de volver a encontrar ni siquiera en referencias. En mi recuerdo se titulaba "El león dormido" pero, dado que Google no reconoce ese título, parece probable que la memoria me juegue una mala pasada.

El profesor David Bordwell, autor de libros de texto ("El arte cinematográfico", "Film History") y monografías sobre directores tan respetables como Eisenstein, Dreyer y Ozu, no parece la opción más obvia para escribir sobre un cine de raíz y objetivos tan populares como el de Hong Kong, pero las dudas pronto se disipan: Boardwell no sólo reconoce sino que abraza con entusiasmo su lado más extravagante, excesivo y sentimental, sin ignorar su cara oscura (como por ejemplo los prejuicios raciales y sexuales que se encuentran muchas veces en la base de sus argumentos). En ocasiones, como es habitual, virtudes y defectos son dos caras de la misma moneda: al tratarse en la mayoría de los casos de un cine puramente comercial, está dominado por lo que Boardwell llama "presión hacia la predicibilidad" que da lugar a productos en serie, pero para los cineastas de talento las convenciones proporcionan una estructura como la de la métrica de un poema, dentro de la cual pueden dar rienda suelta a su creatividad en la búsqueda de variaciones. "Planeta Hong Kong" está escrita por un académico, pero también por un entusiasta del cine del que habla.

martes, 30 de agosto de 2011

El tamaño importa

(Iba a titular este post "Razones para estar irritado, parte 2", pero con la que está cayendo el tamaño de los tebeos parece algo demasiado trivial como para ser causa de irritación, como mucho de una vaga melancolía)
En las discusiones sobre la preferencia de ver las películas en versión original, o en pantalla grande y sala oscura, se encuentra subyacente la noción de un ideal platónico de la obra artística, a la que las distintas presentaciones o ediciones deben intentar acercarse lo máximo posible. Por supuesto, esta idea no se limita únicamente al cine, sino que está presente en los juicios sobre otras formas artísticas, y en particular los comics. Las reediciones de tebeos clásicos (o simplemente antiguos) son juzgadas, aparte de por la calidad intrínseca de la obra que presentan, por la calidad del papel, la traducción, la rotulación, la reproducción de las líneas y del color.

viernes, 12 de agosto de 2011

Ciclos

Yo fui un cinéfilo adolescente. En aquellos tiempos remotos, el recurso principal que un chaval de pueblo tenía para construirse una cultura cinematográfica era Televisión Española, que programaba cine clásico con regularidad, y a menudo en formato de ciclos, una de las maneras más prácticas e reveladoras de conocer a un autor o un género. En la actualidad, pueden contemplarse ciclos cinematográficos si se tiene acceso a una filmoteca u otra entidad programadora por el estilo, y puede uno también hacérselos en casa con la ayuda del DVD, la biblioteca pública más cercana y otros medios de legalidad menos clara.

domingo, 7 de agosto de 2011

Louie, Louie

No puede decirse que sean malos tiempos para los amantes de la comedia televisiva estadounidense: la parrilla está surtida de productos valiosos tanto en las networks convencionales ("Parks and Recreation", "Community") como en las cadenas de cable ("Curb Your Enthusiasm", "Eastbound and Down"), e incluso en el rango más tradicional y conservador del espectro se encuentran programas dignos que permiten al espectador reírse sin prescindir totalmente de su inteligencia ("Modern Family", "Cougar Town"). Aún así, por definición, resulta una rareza encontrar comedias auténticamente especiales. Eso me ha ocurrido, con un año de retraso, con "Louie". Compruebo con cierta sorpresa que en los recientes números de las revistas "Cahiers du Cinema" y "Quimera", dedicados a las series televisivas, no ha merecido apartado propio y ni siquiera, salvo que se me haya pasado por alto, una mísera mención, así que es posible que la crítica de verdad haya decidido que no es para tanto, pero así en caliente (he terminado de ver la primera temporada y estoy siguiendo la segunda simultáneamente a su emisión), apuesto por esta serie como un clásico del futuro (al fin y al cabo, aquí puedo ser todo lo hiperbólico que me plazca).